En 2007 me inicié en la vida profesional periodística, siempre dedicada a redactar contenidos para sitios web de diferentes organizaciones. Aprendí lo que la universidad no enseña, y es que no existe mejor escuela que la experiencia.
 

Pero la vida sube y baja, y hace unos años quedé sin empleo, pero surgió la oportunidad de trabajar en un huerto agrícola en la Región del Maule. De cierto modo, buscaba tener una aventura laboral lejos de la ciudad y aprender algo completamente distinto a todo lo que había hecho hasta ese momento.
 

Se preguntarán cómo fue esa experiencia, y sólo puedo decir: ¡EXCELENTE! Fue lejos lo mejor que pude experimentar, porque día a día aprendía de las aves que visitaban el campo, la importancia de usar productos orgánicos en la tierra, la vitalidad y naturalidad que le entregan los corredores biológicos a nuestros huertos, además sobre cómo crear aportes nutricionales a los cultivos. Ver nacer esa plantita y cuidarla desde sus inicios es lejos lo más gratificante que alguien puede experimentar. Y aunque la empresa tuvo que cerrar, fueron tres años llenos de satisfacciones.
 

Al estar en el Maule, mi vida de cierto modo cambió. Tenía tantas ganas de conocer la zona que me inicié en el trekking, y poco a poco fui participando en rutas y senderos en distintos parques: Tricahue, Cordillera los Quemados, Lircay,  Los Bellotos, entre otros. Jamás pensé que podría ver en vivo y en directo a pájaros carpinteros y bailarines, o que conocería a los cachuditos, o sería testigo de las innumerables bandadas de loicas y golondrinas que volaban por el lugar, y bueno, tantas especies más que si las enumerara todas no terminaría nunca.
 

Después de que terminó ese proyecto, regresé a Santiago, y a todos nos cambió la vida de un modo u otro con el Covid19 . Así que mientras buscamos y esperamos retomar esa “nueva normalidad” vamos a escribir y conectarnos con esos paisajes, y la vitalidad de  esos bellos árboles, aves, ecosistemas y mucho, mucho más.