Los bosques templados de más de 400 años del sur de Chile, tienen la facultad almacenar y liberar agua en los diversos causes que existen entre la Región de la Araucanía y Los Lagos, así lo manifestó un grupo de investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) en la Revista Ecosystem.
Además, la vegetación de la selva valdiviana protege los suelos contra la erosión, y otros problemas derivados de las acciones humanas y naturales como los incendios. Ante este panorama, los expertos hacen un llamado para resguardar estos bosques y su ecosistema.
El ingeniero forestal del IEB, y Director de la Red Chilena de Estudios Socio-ecológicos de Largo Plazo, Cristián Frêne aseguró en El Mostrador que “los bosques antiguos son aquellos que más han ido desapareciendo en Chile, situación alarmante, que incluso ha quedado a la vista en el Catastro de vegetación nativa y recursos vegetaciones de 1997, desarrollado por CONAF, y en sus actualizaciones sucesivas. Estos registros, que representan un llamado de alerta a proteger con fuerza a estos entornos, señalan que los bosques antiguos han disminuido, ya que sea por eliminación, a través de la tala o quema, o bien por degradación”.
La investigación se realizó durante veintiún meses en la localidad de Llancahue, en la Región de Los Ríos, a 20 km de la costa, lugar que posee una alta riqueza en su vegetación, y que incluye plantaciones forestales, cultivos agrícolas y ganadería.
En ese sentido, el investigador Cristián Frêne explicó que “Cuando hablamos de sucesión vegetal o forestal, significa que, tras ocurrir una gran perturbación como un incendio o erupción volcánica, el ecosistema se resetea, igual que cuando formateas un computador. Luego de eso, vuelve a crecer vegetación y se generan las primeras capas de suelo, pero a lo largo del tiempo las especies y el “trabajo” que realiza ese ecosistema también van cambiando. Entonces, no da lo mismo que esto suceda en un bosque nuevo de unas pocas décadas, en uno de ochenta años o en otro con árboles de más de 400 años. Se ha observado que en estos últimos, la capacidad de proteger el suelo y regular el agua es mucho mayor que en los otros tipos de bosque”.
Los árboles como el coihue, ulmo, laurel, avellano, tineo y olivillo, y otras especies, tienen la particularidad de ser grandes captores de agua, y han ayudado en los impactos que ha causado la actividad volcánica de los últimos 10 mil años.
Fotografía: Territorio Ancestral
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